Por
las fechas navideñas procuro pasar de puntillas. A mí me huelen un poco
a hipocresía, aunque de buen corazón. Me encantaría que el espíritu
navideño, ese que nace en unos grandes almacenes en el mes de noviembre y
muere con la tarjeta de crédito, durara todo el año. Porque el amor, la
felicidad, los buenos sentimientos, deberían vivir siempre entre
nosotros. Porque potenciarlos debería ser lo natural y no lo
extraordinario. Por los que faltan, que dejan una silla vacía en la cena
de Nochebuena y muchos corazones huecos el resto del año. Por todo
eso, paso de puntillas por estos días y proclamo un espíritu navideño
mucho más duradero, con pilas de esas que siguen y siguen…
Si
te gusta la Navidad, te deseo que la disfrutes como un niño. Si, por el
contrario, como yo, la miras de reojo, te deseo que, al menos, te
traiga buenos momentos. Podemos buscar en ella sus bondades, que también
las tiene y olvidarnos de sus miserias.
A todos: ¡Que vuestros sueños se cumplan!
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