martes, 30 de marzo de 2021

Vagabundo eterno®

Vagabundo eterno®

He caminado
descalzo y disfrutado el rocío
humedecer mis pies y sentir la
energía de la madre tierra
nutriendo todo mi ser

He reposado
en el césped fresco, con la cara
al cielo y he dejado volar
mis sueños, con la gaviotas
que emprenden en vuelo

He saboreado
el dulce néctar del amor
de una mujer y me he dejado
envolver
con todo su ser

He conocido
pequeñas porciones de un
mundo hermoso
de este gran universo
del Dios maravilloso

He disfrutado
el aroma de las flores
y el amanecer lleno de quereres

He escuchado
la música del alma
en un alma enamorada y
el rugir del mar en los anocheceres

He construido
un castillo lleno de sueños
y me empeñado cada día
para que no sean solo sueños

He despertado
en los brazos de mi amante
y he sentido la presencia de Dios
en su mirada

He soñado despierto
y he volado entre
valles, montañas y lagos

He gozado
de los atardeceres en casa de mis padres,
con el gozo que da una platica amena

He cerrado
a mi mente y a mi corazón
los pensamientos mal sanos
y he amado a Dios
sobre todas las cosas

He sido
Vagabundo eterno
en un caminante sin sendero
cazador de sueños
y anhelos
que han hecho de mi
un loco eterno.

Autor: Angelluz

Xalapa Ver México - Abril del 2004

Fuente:http://elixiresparaelalma.com.ar/destino/vagabundo-eterno.htm

jueves, 4 de marzo de 2021

Video - El violín de Becho de Alfredo Zitarrosa y la historia del “Becho” Eizmendi: El personaje que motivó la canción que interpreta Zitarrosa

  

( Las imágenes son de la película" El Violín Rojo")

“Becho” Eizmendi existió en realidad y tiene una historia muy interesante, que vale la pena conocer “El músico lascanense, Carlos Julio Eizmendi, el “Becho”, fue un violinista que inspirara la famosa canción de Don Alfredo. La mayoría de la gente cree que “Becho” es un personaje, una ficción inventada por Zitarrosa. Eso sucedió hasta en Lascano, ciudad donde nació el 7 de febrero de 1932. 

No se ha logrado develar, por qué se conoció al músico con el apodo de “Becho”. ha sido imposible averiguar el origen del sobrenombre. Ni los parientes más cercanos han podido decir. La madre fue una mujer muy amorosa, por lo que el sobrenombre podría venir de “beso’”. Don Ángel y doña Chicha, fueron los padres de “Becho”. Ella había sido maestra y fundadora del liceo de Lascano, él era peluquero. Por Lascano, Barra del Chuy, Rocha y Montevideo, son los lugares donde transcurrió la vida de “Becho”. En la Barra del Chuy transcurren algunos de los episodios más interesantes de su niñez y juventud, desde fines de los años treinta ya veraneaba en esa zona. Siendo un adolescente, comienza a estudiar violín, y con un grupo de amigos del balneario comienzan a dar serenatas a las muchachas, aunque en realidad esas serenatas las ofrecían también para la gente del lugar, a manera de mini conciertos callejeros”. Ingresa al SODRE en noviembre del año 1953 y un año más tarde pasó a ser uno de los primeros violinistas de la sinfónica. Los relatos, sitúan a Eizmendi en el lugar de un músico de enorme talento, pero también lo acercan al estereotipo del músico bohemio, coincidiendo todos en su calidad humana. Era muy pintoresco, porque no le gustaba tocar en serio. Eso se lo reservaba para las orquestas, pero con sus amigos y la gente del pueblo, aprovechaba para divertirse, para tocar el violín pero también para jugar con él. En la casa de Zitarrosa, Becho estaba ensayando con Alfredo, y vio que el arco del violín proyectaba una sombra en el suelo, y que San Pedro, el gato de Zitarrosa, intentaba atraparla. Eso dio como resultado una grabación fantástica, donde Becho toca el violín pero a la vez juega con el gato, ese tipo de juegos eran muy comunes en Becho, “había quien decía que él hacía hablar al violín. Solía en el Chuy ir al boliche de un tal Nicomedes Gómez, se escondía detrás de una columna y le daba las buenas noches, pero usando el violín, y el bolichero se desesperaba buscando, sin saber si la voz que le había hablado pertenecía a una persona o a un loro. Era un tipo muy querible, poseedor de un notable sentido del humor y una gran sensibilidad. En varias localidades rochenses, incluida la de Lascano, cuna del artista, la vida del músico no es recordada más que por sus coetáneos, personas de más de sesenta años, la mayoría de la gente joven de Lascano ignora que Becho es de allí, y mucha gente creía que se trataba de un personaje inventado por Zitarrosa. Muy pocos saben que fue un eximio violinista. Tan bueno que se presentó a un concurso para una plaza en la Filarmónica de Munich, y entre doscientos aspirantes lo eligieron a él. Su talento fue reconocido también en Latinoamérica. Dirigió en Cuba, en Venezuela, en Bolivia, fue profesor de conservatorio en Bolivia e integró la Sinfónica de Maracaibo; talento de artista y trayectoria internacional que contrasta con la falta de reconocimiento en su país aunque tiene méritos más que suficientes para tener un lugarcito propio en la historia de la música uruguaya”. “Es de destacar el carácter popular y bohemio de Becho, más allá de su trayectoria en la música denominada culta. Ese es el rasgo, el “Becho” era un tipo popular, Rocha, la ciudad en la que dictó clases de música y donde fue enterrado, y Montevideo, donde vivió durante dieciocho años. Durante las charlas con amigos de “Becho”, surge una serie de anécdotas poco conocidas. Entre todos los relatos se recuerda un par que ayudan a delinear rasgos de la personalidad del violinista. El primero se relaciona con la generosidad que tenía Eizmendi para compartir su música. Es así que, durante sus vacaciones en la Barra del Chuy, ponía su arte a disposición de los jóvenes del balneario para brindarles serenatas a las muchachas. La segunda anécdota tiene que ver con la importancia que “Becho” le brindaba a su trabajo como profesor. En una ocasión tenía que viajar desde Montevideo a Rocha para dar una clase en el conservatorio de la ciudad, pero perdió el ómnibus. Entonces, para llegar en hora, decidió tomar un taxi, lo que le insumió todo su sueldo de ese mes. Murió el 21 de mayo de 1985, en el hospital de Clínicas de Montevideo. Fue un músico de enorme talento que merece ser reconocido. Rodolfo Picca, un lascanense radicado en La Paz, diseñó y consiguió esculpir una placa de mármol de 1,80 de altura y 100 kilos de peso, que fué colocada en una plaza de Lascano, en las inmediaciones del Liceo local, adonde concurrió “Becho”. liceo inaugurado por su madre y del que él fuera alumno fundador. Una sala del conservatorio de música de Rocha, donde “Becho” fue profesor, lleva su nombre. A su vez, la Intendencia prometió hacer una exposición con los programas de los conciertos que “Becho” dio en el teatro 25 de Mayo de Rocha, donde debutó como concertista a los 17 años. La calle Dr. Corbo y la continuación de ésta desde la calle Padre Montaldo hasta el Liceo se llamaría Carlos Julio Eizmendi . Tenía suficientes méritos como para ser un artista de trascendencia internacional. Fue “un lascanense universal” dicen algunos de sus coterráneos, en referencia a la dilatada trayectoria artística en orquestas de Europa y América”.
Fuente: Revista “RAÍCES” _Compilación de este artículo : John ChwasteK.