jueves, 28 de mayo de 2020

El silencio

Pablo Neruda y el silencio: el arte de conectar con la bondad

Curioso el ser humano. Siempre se guarda bien del silencio, encendiendo la televisión, la radio, hablando de más, escuchando de más… ¿Considera su enemigo al silencio?
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El silencio nos abruma pues nos deja a solas con nosotros mismos… Nos obliga a escucharnos, a pensarnos, a escucharnos mientras pensamos y a saborear el amargor de nuestros pensamientos, aquellos que nos incomodan por ser aquellos mismos los que nos avergüenzan, aquellos que nos definen, que nos explican.
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El silencio nos describe, nos susurra lo que somos al oído, nos obliga a mirar… La ausencia total de sonido nos alcanza para atormentarnos… para hacernos conocer todo lo que hay… En el silencio somos lo que somos, es el silencio el que nos devuelve nuestra imagen tal y como es, sin pretensiones, ni desvaríos, ni ocultamientos…
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Nos empecinamos en escuchar, todo el día con los cascos, con las noticias, con la radio, con la tele, con las redes sociales… Nos embarcamos en conversaciones de ascensor sin sentido. Un “Hola, ¿qué tal?” ya no espera nunca respuesta, es una mera formalidad que acaba equivaliendo a un “que te den”. Queremos escuchar y no escuchamos nada… Estamos sordos ante lo real, ante la verdad.
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Por ello es tan difícil ocultarse en el silencio, por eso es tan complicado fingir ante el silencio… Por ello es imposible huir del silencio… huir de nosotros mismos…    No escapemos más, aprendamos a aprender en el silencio, aprendamos a escuchar.
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Escuchar requiere mirarse, requiere sentirse, requiere también aceptarse, pensarse e intentar, si así se desea, cambiar. Esta es la receta para la verborrea.

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Soledad Hernández Bermúdez