sábado, 26 de noviembre de 2011

La Argentina de Cronos

La Argentina de Cronos

Por Sergio Sinay








¿Cómo podría sobrevivir un grupo humano que no valora a sus jóvenes? Esto se pregunta James Rachels en su Introducción a la filosofía moral. En cualquier grupo humano, desde una familia hasta un país, sus niños y jóvenes son el puente hacia el mañana, la posibilidad de trascendencia para las generaciones que les preceden. La argentina es una sociedad que ha dejado de cuidar a sus niños y jóvenes. Se desentiende de ellos. Lo hacen la mayoría de los padres (aunque envíen a sus hijos a colegios caros, aunque no los priven de nada en lo material, aunque se pavoneen de darles “libertad” o de ser sus “amigos”). Lo hacen los funcionarios educativos que convierten a niños y jóvenes en estadísticas o en discursos oportunistas, proselitistas, chicaneros y populistas (no es con una netbook por alumno como se cuida a los chicos). Los fabricantes de alcohol convierten a los chicos en mercados y los conducen a pavorosos, multitudinarios y silenciados comas alcohólicos cada fin de semana. Cuentan con publicistas y marketineros cómplices. La industria de la noche los vampiriza sin ningún control oficial real por más que intendentes y gobernadores se llenen la boca con palabras huecas a la hora de las tragedias.

Los chicos y jóvenes son mercado (para celulares, computadoras, comida chatarra, programadores de televisión y diferentes aprovechados voraces). No son personas, no son futuro, no son sujetos destinatarios de amor y de cuidado. Sí de violencia y manipulación. Cada semana uno o más chicos en la Argentina mueren de muertes evitables. Asesinados por psicópatas, suicidándose alcoholizados en las rutas, usando entre ellos armas de sus padres, pasados de droga, descuidados de manera irresponsable mientras practican actividades para los que no están preparados (el karting infantil es una irresponsabilidad adulta, por ejemplo).
Como Cronos, el titán griego (nacido de Gea, la tierra, y Urano, el cielo), que devoraba a sus hijos para no ser destronado por ellos, la sociedad argentina (una enorme parte de ella, para desesperación de una angustiada minoría) destruye sin piedad y sin conciencia a sus niños, sus jóvenes. Sus hijos. ¿De qué futuro se puede hablar con este presente? ¿Con estos adultos hipnotizados e idiotizados por sacar ventaja del presente inmediato, cueste lo que cueste?

Fuente: http://www.sergiosinay.com/

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