Acerca de la memoria, los recuerdos
y no me acuerdo que mas
Entré al consultorio, me quité el piloto, lo colgué
en el perchero, miré durante unos segundos cómo
se iba mojando la alfombra y avancé hasta el diván. Me
senté; no estaba en condiciones de acostarme.
Si en esa sesión no miraba a la cara a mi analista, no
hubiera sido capaz de emitir una palabra. Sabía que lo
que había descubierto podía cambiar el curso de mi terapia.
Percibía que por primera vez estaba a punto de
descifrar por qué me afectaba tanto no entender la realidad,
algo que les pasa también a muchos políticos sólo
que a ellos no les importa.
Mirándolo a los ojos, le dije a mi terapeuta: “Mi mamá
y mi papá me engañaron todo el tiempo”. Y sin dejarlo
pestañear fui desarrollando el nudo de mi angustia.
Y no fueron mentiras así nomás.
Yo puedo perdonarles que me hayan asegurado que
si tomaba la sopa iba a crecer, pero no esas calumnias:
Los políticos son los representantes del pueblo.
La escuela pública es la mejor, a las privadas van
aquellos a los que no les da la cabeza para estudiar.
Un presidente, cuando asume, declara su patrimonio,
y cuando termina su mandato no puede tener más que
cuando asumió.
Después de las elecciones, el candidato que perdió
se pone a disposición del que ganó para ayudarlo.
Ningún país se puede inmiscuir en asuntos internos
de otro.
Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y
obligaciones.
Nos tienen bronca porque somos los mejores.
Como se come acá no se come en ningún lado.
Los países ricos ayudan a los países pobres.
La esclavitud se terminó hace rato y está prohibido
que los chicos trabajen.
Después de trabajar toda la vida, el premio es que
podés jubilarte y vivir sin laburar.
Al llegar a ese punto, me arrepentí de verle la cara a
mi terapeuta, él también estaba llorando mientras hacía
añicos el retrato familiar que hasta ese día cuidaba como
un tesoro.
JORGE GUINZBURG Periodista y humorista argentino 1949 - 2008
(Cápitulo 1 de su libro: