jueves, 26 de marzo de 2015

ACEPTACIÓN - LOUISE HAY


Si deseo que me acepten tal como soy, entonces necesito estar dispuesto a aceptar a los demás tal como son.

 Siempre deseamos que nuestros padres nos acepten totalmente, y sin embargo muchas veces no estamos dispuestos a aceptarlos a ellos tal como son.

La aceptación es darnos a nosotros mismos y a los demás la capacidad de ser, sencillamente. Nos comportamos con arrogancia cuando establecemos normas para los demás.

 Solo podemos establecer normas para nosotros mismos, e incluso entonces, nos conviene que sean directrices, en lugar de normas.

Cuanto mas nos ejercitamos en aceptarnos a nosotros mismos, mas fácil nos resulta abandonar los hábitos que ya no nos sirven.

Es fácil crecer y cambiar en un ambiente de Aceptación.
~Louise Hay ~

viernes, 13 de marzo de 2015

EL LAGO TITICACA - LEYENDA INCA


Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices y tranquilos. Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. 

}Los Apus, los dioses de las montañas, protegían a los seres humanos. No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde ardía el Fuego Sagrado. Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a los hombres vivir tan tranquilamente en el valle. Él se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia. Les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas.

 Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar la cima de las montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus. Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a los hombres que suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía insensible a sus súplicas.

Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que en cuarenta días inundaron el valle. Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco. Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra.

Llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra.